El mundo del espectáculo despide con profunda tristeza a Cacho de la Cruz, una de las figuras más queridas y emblemáticas de la televisión rioplatense. Con más de seis décadas de trayectoria, el artista dejó una huella imborrable en generaciones que crecieron viéndolo combinar humor, carisma y una entrega total a su público.
Una vida dedicada al arte y a la sonrisa de su público
Nacido en Buenos Aires el 8 de mayo de 1937, Cacho fue un artista de alma inquieta y múltiples talentos. Actor, conductor, productor y músico, poseía raíces argentinas y uruguayas, y una historia familiar tan diversa como su carrera: hijo de madre italiana y padre marroquí —cuyo apellido original era de la Croix—, estudió dibujo publicitario, radio y bellas artes antes de lanzarse al mundo artístico.

Con solo 17 años, comenzó trabajando en imprenta y publicidad, pero el destino lo llevó rápidamente a los escenarios. Su paso por Canal 7 de Argentina le abrió las puertas de la televisión, compartiendo pantalla con figuras que luego se convertirían en íconos, en programas como Las tardes del conejito, junto a Jaime Yankelevich.
En lo personal, Cacho vivió una vida plena rodeada de afecto. Estuvo casado primero con Hada Helena Reffino, conocida como Titina, con quien tuvo tres hijos: Daniella, Rodrigo y Maximiliano. Luego, con su segunda esposa Laura Martínez, tuvo a Santiago. Fue abuelo de siete nietos, entre ellos María Belén, Lucía, Candelaria, Santino, Juana y Rocío.
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A los 20 años, decidió cruzar el Río de la Plata en busca de nuevas oportunidades. El 2 de mayo de 1962 debutó en Uruguay como coconductor de El show del mediodía por Canal 12, junto a Alejandro Trotta. Sin saberlo, ese sería el inicio de una historia que marcaría para siempre la televisión uruguaya.
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Pero el verdadero fenómeno llegó en 1973, cuando comenzó a conducir Cacho Bochinche, un ciclo infantil que se volvió parte del ADN cultural del país. El programa, que permaneció al aire por décadas, superó incluso a éxitos internacionales como El Show de Xuxa y Nubeluz, consolidando a Cacho como una figura entrañable para chicos y grandes.
Su carrera no se detuvo ahí. También lideró otros grandes formatos como Sipi Nopo —conocido por regalar lingotes de oro y autos semanales—, Ayer te vi, un repaso nostálgico por los momentos más recordados de la televisión uruguaya, y Parque Jurásico, emitido en 2009. Al año siguiente regresó con la última temporada de Cacho Bochinche y La Cantina de Chichita.
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Aunque Parque Jurásico fue cancelado por sus altos costos, su espíritu creativo siguió vivo: parte de su formato se transformó en Cantando en la Oficina, conducido por Lucila Rada y su hijo Maximiliano.
Gracias Cacho de la Cruz por haber hecho de la infancia uruguaya una infancia real, con gente que vivía de verdad y no como ahora una infancia de Disney.
Hasta siempre Cacho querido pic.twitter.com/JjkT9zkRNV
— Marciano Oriental (@maoriental) November 7, 2025
Hoy, el público despide a un hombre que hizo reír, emocionar y soñar a varias generaciones. Cacho de la Cruz fue mucho más que un conductor: fue un símbolo de alegría, talento y cercanía. Su legado, inmortalizado en los recuerdos de millones, seguirá brillando en cada sonrisa que dejó en el camino.