En un emotivo momento televisivo, Susana Giménez tuvo la oportunidad de entrevistar a Carolina Pampita Ardohain en su programa de Telefe, generando un clima de gran emoción y sinceridad. En esta conversación, Pampita habló de una de las experiencias más profundas y personales de su vida: la caminata anual hacia Luján, un acto de fe y consuelo que realiza en honor a su hija Blanca, quien falleció a una temprana edad. Lo que parecía ser una entrevista más, se transformó en un testimonio conmovedor sobre el dolor, la espiritualidad y la sanación que acompaña a la modelo en su vida diaria.
Durante la charla, Pampita desmintió una versión que circuló sobre su caminata hacia Luján en 2024. Mientras que muchos aseguraban que su propósito era pedirle un novio a la Virgen, ella aclaró tajantemente:
«No le pedí un novio a la Virgen, como dice todo el mundo», expresó con una sonrisa, dejando claro que su vínculo con la Virgen es mucho más profundo.
La caminata que realiza todos los años, desde Liniers hasta Luján, comenzó como una forma de enfrentar su dolor más profundo tras la pérdida de su hija. «Voy todos los años caminando desde Liniers hasta Luján. La gente dice que le pedí a la Virgen y no. Yo a la Virgen voy porque es una rutina que hago desde que falleció mi hija. No voy a pedir novios. Capaz algunas personas van a pedir eso, pero yo voy por otras cosas», afirmó con mucha calma, destacando que lo suyo es un acto de sanación personal.
El relato de Pampita continuó con un desgarrador testimonio sobre cómo comenzó esta tradición: «Cuando fui al principio iba a entregar ese dolor que no me dejaba respirar. Y año a año a entregar, entregar y entregar, a pedir que me ayuden a sobrellevar eso que era un fuego adentro mío». Sus palabras mostraron cómo la pérdida de Blanquita, quien tenía solo seis años al momento de su partida, se convirtió en un fuego interno que, con el tiempo, logró calmar.
Pero la evolución de sus visitas a Luján también fue un proceso de agradecimiento y conexión con la vida. «Se fue calmando y lo puedo llevar hoy desde otro lugar. Después empecé a ir a agradecer estar bien, que mis hijos estaban bien. Después fui a llevar pedidos para otras personas. Y bueno, se hizo una rutina», contó, dejando entrever cómo el dolor se transformó en algo más positivo a lo largo de los años.
En un tono más ligero, Pampita también comentó los efectos físicos de la caminata, bromeando sobre lo duras que son las largas horas de marcha: «Se me caen las uñas de los pies, todo. Un desastre», generando una sonrisa en Susana Giménez.
El final de la conversación estuvo marcado por un pequeño momento de reflexión de Susana Giménez, quien confesó su admiración por la práctica religiosa de Pampita: «Yo siempre quise, pero nunca pude. Yo rezo todas las noches, amo a la Virgen». Y, siguiendo el tono de respeto por esta tradición tan significativa, concluyó con un consejo cercano y amable: «Podés hacer un tramo más corto si querés. O podés salir y no llegar y eso no importa. Hay un clima de mucho respeto. Yo voy siempre muy conmovida, concentrada en lo que voy haciendo, nadie me interrumpe ni me molesta. Mis hijos a veces me acompañan en el último trayecto», demostrando el respeto y la emoción que acompaña a quienes practican esta devoción.
Este emotivo testimonio de Pampita nos recuerda que las rutinas espirituales no solo son una forma de pedir o agradecer, sino también una manera de sanar y encontrar consuelo en los momentos más oscuros de la vida.